Dentro del sector informal del crédito existe una categoría conocida como los «gota a gota» o «agiotistas», ellos les dan la mano a los microempresarios desde hace años por medio de préstamos sencillos de realizar que además son rápidos, sin garantías, ni avales y con cuotas muy pequeñas. Características muy atractivas para ciertas personas, pero lo que ellos no tienen en cuenta son los altísimos intereses que oscilan entre el 10% y el 40%.

Algo que ha preocupado en los últimos años a los entes reguladores, es que este tipo de informalidad ha llegado a captar la atención de varios grupos criminales, los cuales una vez ofrecen este tipo de servicios buscan recuperar la inversión por cualquier medio que sea necesario, usando métodos que van desde el despojo de artículos personales hasta actos de vandalismo y violencia.

La informalidad ha sido por mucho tiempo el pilar del financiamiento de muchas microempresas alrededor del país debido a su accesibilidad, ya que los diversos requerimientos exigidos por ciertas entidades financieras son altamente extenuantes para los negocios con capacidades productivas menores que la media. Procesos como la obtención del RUT, registro en las cámaras de comercio y el pago de aportes de salud son requisitos mínimos que muchos micronegocios no logran cumplir, por no mencionar el alto porcentaje de autoexclusión y la falta de educación financiera en zonas rurales.

En Colombia enfrentamos una cruda realidad en este 2023 debido a que los costos de los insumos de los diferentes sectores han aumentado entre un 5% a 10 %, acompañado también de un alza en las tasas de interés. Esto preocupa a las personas que buscan un alivio financiero dado a que las estadísticas reflejan que “el 81,2% de los micronegocios decide no acceder al crédito formal, esto sumado a que el 73,3% de los colombianos ahorra con la modalidad tradicional mejor conocida como “bajo el colchón”» según datos proporcionados por María Clara Hoyos, presidente de Asomicrofinanzas.

El ciclo del “gota a gota” se caracteriza por ser particularmente opresivo ya que el pago de las cuotas va dirigido en su mayoría a la cancelación de intereses y no al abono a capital, generando una deficiencia en los balances financieros de los usuarios condenándolos a un bucle infinito de pagos excesivos. Ante esta realidad, los micronegocios son orillados a la quiebra y a ser menos visibles en el entorno financiero formal, lo cual los lleva en algunos casos incluso a condiciones de pobreza.

A pesar de que este escenario de crédito informal causa tantos problemas en el sector de las microempresas, la esperanza radica en que las barreras para ingresar al sistema financiero sean revisadas de manera que vuelvan más alcanzables para este grupo de personas. También existe una labor extensa a realizarse a través de iniciativas de educación para los usuarios con el fin de evitar que sean víctimas de este tipo de prácticas.

Fuentes: SaberMásSerMás, BBC, Portafolio y Vanguardia.